Hermanas Walsh

miércoles, 25 de febrero de 2009

EL GÉNESIS



El día en que mi mejor amiga me regaló un libro color azul celeste, muy llamativo y con un título nada atractivo, poco pude imaginar que acabaría por adorar aquella y todas las demás novelas de su autora.

“Sushi para principiantes”. Lo leí simplemente por poder comentarlo con mi amiga. Simplemente porque daba la casualidad de que en aquella época estaba enganchada a “Sexo en Nueva York” y me dio por leer literatura femenina, nada de romántica, más bien a la Alborch, a la Rahola y a la Etxebarría. Pero a pesar de que la mitad de mi cerebro me pedía que no leyera aquello temiendo perder neuronas, la otra mitad me argumentaba mucho mejor que seguro que era sencillo de leer, que no perdería nada, que igual me venía bien para entretenerme tras una lectura densa, que mira qué bonito es, qué azul tan intenso, qué pena que lo tengas en la estantería muerto de risa, pide a gritos que lo leas…

Y lo leí.

Y no noté ningún cambio en mi persona, ni me levanté con súper poderes para poder ser una mujer trabajadora que además estudia y que además se cuida sin acabar agotada y estresada.

El gran cambio vino con el segundo libro de Marian Keyes que leí. De nuevo mi mejor amiga.

Paseando por la calle me comentó el argumento y me insistió tanto en que lo leyera que no pude o no supe decirle que no. Tampoco me importaba hacerlo, pero seguía sin atraerme el estilo.

Y resultó que la primera frase de ese libro, “Claire se queda sola”, estaba escrita para mí: “el 15 de febrero es una fecha muy importante para mí”, dice. “Toma”, pensé, “y para mí, es mi cumpleaños”. Y pocas líneas después descubrí que estaba riendo a carcajadas mientras se me estaba narrando una historia, la verdad sea dicha, bastante trágica.

Ahí empezó mi historia de amor con Marian Keyes y sus novelas.

Al igual que mi mejor amiga hizo conmigo, arrastré a otras amigas y a las lectoras más voraces de mi familia, hasta que todas la adoraron como yo lo hacía, como ya lo hacía mi mejor amiga tiempo atrás.

Y un año después, tras ver una película sobre un club de lectura, se me ocurrió hacer lo propio con esta mujer, porque ella lo vale y porque nosotros también lo valemos.

Gracias, Marian Keyes, por escribir estas novelas. Gracias, Marian Izquierdo, por descubrírmelas. Gracias, amigas, amor, por participar en este proyecto.

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